La lluvia de papeles contra El Gran Jefe ha empezado. Unos golpean su sombrero y su corto cabello gris, otros caen a su alrededor, algunos (los pocos) pasan de largo y llegan al borde de la escenografía, como "invitándolo" a salir. Cinco segundos después, docenas de bolitas de papel decoran el suelo y una horda de niños, aún enervados pero sin nada para tirarle en las manos, amenaza con echársele encima al personaje. No soportan al Gran Jefe y eso es bueno: es el villano de la historia.
Desde Paso Blanco, Pacora, hasta San Felipe, Boca la Caja, Las Cumbres y Locería, niños y niñas exigen que los bosques sean respetados, que los ríos y nuestras fuentes de agua sean realmente protegidos y que los manglares en el mar, no sean talados. La obra "Wayra, el marinero y el chamán" los hace reflexionar sobre qué futuro quieren para ellos y a los adultos, nos mueve el suelo sobre qué mundo les estamos dejando. ¿En qué momento se nos olvidaron las esperanzas y los ideales de nuestra niñez? Los niños la tienen más clara, de eso no hay duda.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
AutorTeatro Carilimpia Archivos
Julio 2018
Categorías |