Luego de escuchar las experiencias de los entrevistados y conversar con sus compañeros, los niños escogieron un elemento de los mencionados en la entrevista, que les llamó la atención bajo la premisa de "Acaba de llegar un extraterrestre y ustedes quieren explicarle el mar, porque él no lo conoce, a partir de ese objeto".
Así, empezaron a surgir de sus manos perlas, cofres mágicos, faros hundidos, casas de penca muy antiguas, bancos de monedas en el fondo del mar, pulpos amantes del beisból, etc. En la medida que los iban creando, aquellos objetos adquirían una historia, relaciones con otros objetos, ("son vecinos"), particularidades ("no le gusta la piña") y finalmente, vida. Muchos niños, luego de terminar su objeto/ personaje, no le quitaban la mirada de encima, lo querían cuidar, llevarlo a casa para mostrarlo, jugar con él: se había convertido en algo importante.
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Las historias son viajes. Cada uno de los 80 niños abrió una puerta hacia un destino diferente adornado de sensaciones, colores y música, que visitaron junto a sus compañeros, las talleristas y el equipo de trabajo de Wayra.
Las talleristas se permitieron regresar a sus propias memorias y las re descubrieron en las ajenas. A algunos nos impactó conocer una ciudad donde la costa y el campo convergen con la modernidad, escuchar referencias a un estilo de vida pausado e incluso relajado. Los niños se divirtieron imaginándose como reporteros investigadores, encargados de captar información e historias interesantes para compartir con todos. Aquellos cuyas familias permanecen cercanas a las actividades alrededor del agua, reconocen el impacto de la ciudad sobre ella. Y tan común como para los niños de Pacora es ir al río, para los otros es hablar del mar como algo que hay que sanar. ¿Cuánto ha cambiado nuestra relación con el mar y los ríos desde la expansión de la ciudad?
Los abuelos nos hablan de una ciudad donde la costa y el campo convergen. El abuelo Ramón, tiene 72 años de edad, vive en Santa Ana e iba a la playa de Farfán donde le gustaba nadar y comer pescado. A él le gustaría que la playa estuviera limpia y escuchar la canción "En el mar". Las historias son viajes. Cada uno de los 80 niños abrió una puerta hacia un destino diferente adornado de sensaciones, colores y música, que visitaron junto a sus compañeros, las talleristas y el equipo de trabajo de Wayra. A algunos nos impactó conocer una ciudad donde la costa y el campo convergen con la modernidad, escuchar referencias a un estilo de vida pausado e incluso relajado. Quienes no hemos conocido sino una bahía contaminada, imaginarnos una infancia jugando en esta costa nos impacta de sobremanera. Las talleristas se permitieron regresar a sus propias memorias y las re descubrieron en las ajenas. ¿Y los niños? Aquellos cuyas familias permanecen cercanas a las actividades alrededor del agua, reconocen el impacto de la ciudad sobre ella. Y tan común como para los niños de Pacora es ir al río, para los otros es hablar del mar como algo que está enfermo. Los relatos que compartimos a continuación, son transcripciones de las historias resultantes de los talleres de exploración y creación entorno al mar con los niños de Panamá Viejo. Por supuesto que hay mucho de la personalidad y las historias personales de cada uno de ellos, pero también de la comunidad y el entorno en el que se desenvuelven.
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AutorTeatro Carilimpia Archivos
Julio 2018
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