¡Wayra, Wayra! Gritaban los niños de la escuela Sara Sotillo de Panamá Viejo, a dos cuadras de Xielo, el lugar del espectáculo. Para la gran mayoría, esta será su primera experiencia teatral y aunque no saben exactamente a qué van, les emociona.
Ellos no son los únicos ante lo desconocido: es la primera vez que la obra tendrá público infantil y los nervios del elenco y todo el equipo de Wayra estan a flor de piel. "Hacer teatro infantil, es la prueba de fuego para cualquier actor. Los niños son espontáneos, reaccionan sin frenarse, carecen de un gusto fragmentado, son parciales: o les gusta, o no", comentaba el director Diego Fernando Montoya en la tras escena. La energía de los niños es potente, verificados por última vez los micrófonos, las actrices se miran, respiran y arrancan. Durante 45 minutos juegan a ser otros sin la protección de una cuarta pared, buscando siempre una mirada cómplice en el público que las recibe con atención y sorpresa. Xielo, la casa de la Fundación Gramo Danse, fue el lugar donde más de cien pequeñines rieron con Wayra y el Marinerito. Hubo baile y cantos con el Capitán Patán y el Chamán Pachanga. También, hubo gritos de sorpresa y algunas hasta se asustaron con Margarita, la serpiente amistosa y todos, de manera unánime, abuchearon al villano, el Gran Jefe, no permitiéndole ejecutar sus malvados planes contra la naturaleza. La obra está cargada de juegos, mensajes poderosos sobre ciudadanía e identidad y mucho humor, porque gracias al teatro es posible juntar todas esas cosas al mismo tiempo y seguir siendo claros. Y es que el mundo de los niños es así, divertidamente sabio. Gracias Xielo, por permitirnos habitar su espacio, a la Escuela Sara Sotillo y muy especialmente a todos los niños y niñas que nos regalaron sus risas y aplausos en esta hermosa primera función.
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AutorTeatro Carilimpia Archivos
Julio 2018
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